Reino: Plantae
División: Magnoliophyta
Clase: Liliopsida
Orden: Liliales
Familia: Philesiaceae
Género: Lapageria
Ruiz & Pav., 1802
Especie: Lapageria rosea
Ruiz & Pav., 1802
El copihue (Lapageria rosea) es una planta perenne, trepadora, de hojas
largas y coriáceas (algo duras), follaje color siempre verde
profundo. Puede superar una altura de diez metros, originaria del
sur del país.
Crece enredada en matorrales
y árboles de las zonas húmedas en las cordilleras
de la Costa y de los Andes entre Valparaíso y Osorno, especialmente
entre Concepción y Temuco.
Las raíces nacen de un pequeño tubérculo, sus tallos
son leñosos y duros de color café claro. Su floración
es entre marzo y mayo.
Tiene flores que caen como péndulos, en forma
de campana, que llegan a medir 15 cm de largo y 10 cm de ancho en su parte
inferior. Los colores varían desde el blanco, el marfil,
rosado suave, pasando por el rojo frambuesa hasta el bordó claro,
al que los chilenos denominan muy gráficamente sangre de toro.
Siendo mucho más comunes las variedades rojas.
Puede cultivarse en interiores, siempre que no reciba
sol fuerte y que se le brinde ventilación adecuada en los días
calurosos.
El sustrato debe mantenerse siempre húmedo.
Periódicamente habrá que proporcionarle productos acidificantes
ya que crecen bien en suelos ácidos.
Las flores se venden en otoño en ramas protegidas con las hojas del helecho, en zonas del sur y
en los mercados de las ciudades principales del país.
Esta flor encantadora constituye un ingreso real
aprovechable para las innumerables comunidades
campesinas pequeñas.
Debe protegerse del ataque de babosas
y caracoles, tanto a las plántulas jóvenes como durante
el proceso de reproducción. En el mismo momento, conviene
pulverizar con un fungicida ya que los ataques de hongos producen elevada
mortandad en las plantas jóvenes.
Necesitan soporte. Lo óptimo serán tutores
de madera a los que se aten las guías con rafia suave (nunca
con alambre).
Se pueden comer sus flores (en ensaladas)
y sus frutos conocidos como pepinos, son realmente dulces por
lo que se venden en grandes cantidades en algunos pueblos en
el sur.
Las raíces se usan como un suplente de la zarzaparrilla;
desgraciadamente estas costumbres ya están empezando
a poner en peligro la especie que, por fortuna, está
protegida por ley.
Sólo se pueden comerciar las flores,
no las ramas ni sus raíces. Se cultivan numerosas variedades
híbridas de gran belleza.
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